La feminización del campo mexicano como fenómeno: El caso de las productoras de mezcal en el ejido de Mochitán, Guerrero.
Eduardo Sánchez Jiménez[1]
Las particularidades de Mochitlán han permitido un involucramiento de las mujeres a profundidad y en un ambiente de confianza y libertad comunitaria que han dotado de particularidades al proyecto. Nuestro postulado es que el empoderamiento ha permitido generar un proyecto incluyente, diversificado y con visión a largo plazo para el ejido, valorando el mezcal como elemento cultural y ritual más que como mero proyecto productivo. Concluimos que la feminización puede servir como detonador de procesos de empoderamiento pero debe de abrir las puertas para abarcar a las jóvenes de los ejidos, con mecanismos de transferencia de liderazgos.
Contexto histórico
Una de las primeras descripciones sobre la dieta de los pueblos originarios en tierras surianas la proporciona Gonzalo Bazán, Alcalde Mayor de las Minas de Zumpango. En la relación del Alcalde mayor, el 7 de marzo de 1582, Gonzalo Bazán entrevistó al cura beneficiado de las cabeceras de Tixtla y Mochitlán Francisco Martínez; el cura convocó a los ancianos de dichas cabeceras para rellenar un formulario que tenía que ver con una descripción territorial, sobre el la dieta escribe que:
Vivían más sanos que ahora, por q(ue) sus padres los vedaban q(ue) no comiesen sal ni chile ni comidas pesadas, porq(ue) fuesen más ligeros para la guerra…
Además de lo simple que era el guiso de la comida, y de las restricciones que se tenía porque los varones estaban destinados a la guerra, la dieta se adicionaba también de las frutas silvestres que había en los alrededores, tales como:
Los arboles q(ue) llevan fruta y hay en estos pu(ebl)os y sus sujetos, son plátanos, zapotes blancos y aguacates… guamúchiles y nogales silvestres que dan nueces… hay otros arboles q(ue) echan unas vainas verdes y coloradas y lo de adentro es una pepita a manera de lentejas, q(ue) comen los naturales q(ue) hiede… también la recolección de miel blanca que es de muy buena calidad.
En este apartado, la relación hace mención de las frutas silvestres conocidas en la dieta local rural aún vigente en el estado. La dieta de los pueblos originarios se veía enriquecida sobre todo de las semillas, como elemento fuerte en la gastronomía local, así como algunos cultivos introducidos por los españoles:
Dase en este pueblo bien el maíz que es su principal bastimento y trigo de regadío… Las semillas que en estos pueblos se dan y comen los naturales, son frijoles, calabazas, ají, tomates grandes, y pequeños, batatas y jícamas. La raíz y cabeza del maguey cocida también se usa para la comida y otras raíces que llaman quaucamotl, que es un cazabe. Hay otro granito a manera de mostaza, más menudo que los naturales beben que llaman chian que es muy fresco…
Es importante señalar que en este apartado de la relación, se resalta el uso al maguey cocido, información que aporta y refuerza más las hipótesis en torno al cocimiento del maguey en las culturas originarias y que esta práctica no llegó con la conquista española en 1521. La gastronomía originaria es muy rica en el uso de la herbolaria, no solo para condimentar, sino para los usos curativos a través de la propia dieta alimenticia.
Hay unas matas de yerba, amanera de beleño de Castilla q(ue) llaman Picietl de q(ue) usan mucho los naturales… tomándola mojada para adormecer dolores.
Sobre los cultivos introducidos en la agricultura de los pueblos originarios, en este caso en la cabecera de Mochitlán se mencionan los siguientes:
Los árboles y semillas que de España trajeron, se dieron en estos pueblos, rábanos, lechugas, coles, nabos, cebolla, pepinos y melones, calabazas y garbanzos, trigo y cebada, habas y otras yerbas y legumbres y se dan las parras y se da la grana… naranjos, lima, cidras, y toronjas, mebrillos y hay árboles de guayabas y moreras de q(ue) se podría sacar la seda.
Es importante señalar en este apartado de la relación donde se menciona el cultivo de parras. Investigaciones sobre la introducción del proceso de vinos en la américa española, solo se han encontrado los registros de que en las poblaciones de Tixtla y Mochitlán (Guerrero) y Atlixco (Puebla), se introdujeron los primeros cultivos de las cepas para el cultivo de parras que serviría para la elaboración de los primeros vinos en la Nueva España. Actualmente al sur de la cabecera municipal de Mochitlán, especialmente en la localidad de Coaxtlahuacán, existen cultivos de moras silvestres, quizá un vestigio viviente de lo que pudieron haber sido los antiguos cultivos de parras.
La producción de mezcal en Mochitlán data desde los albores de los pueblos cohuixcas en el siglo XIII, según vestigios arqueológicos en el códice Mapa de Muchitlán de 1581 y particularmente documentado en las Relaciones Geográficas del Obispado de Tlaxcala del siglo XVI, mucho antes del decreto del actual ejido en 1929, cuando los nuevos ejidatarios se apropiaron de sus terrenos y continuaron produciendo el destilado, como actividad económica pero también con un significado ritual enfocado al respeto a la naturaleza y como elemento de ofrenda en las fiestas patronales como: Santa Ana, San Juan, San Isidro, San Pedro y San Pablo y la Santa Cruz. Así como su uso en actividades sociales y políticas.
Fenómeno de feminización
Pese a que la producción de mezcal nunca ha cesado, tampoco ha representado un ingreso tal que se constituya como un motor del desarrollo del ejido, y pese a que existe una fábrica comunitaria, ésta produce 500 litros al mes y genera $37,250 en ganancias, mismas que se distribuyen entre 39 ejidatarios.
La actividad no permitiría incluir a todos los jóvenes, hijos de ejidatarios, quienes prefieren migrar a la ciudad o a Estados Unidos que trabajar la tierra. Desde 1992, el fenómeno de feminización del ejido, común en municipios rurales de México, se ha convertido en una realidad para Mochitlán. La feminización se debe a la permanencia de mujeres en el terruño ante la partida de los hombres de la casa para trabajar fuera en los campos agrícolas del norte del país o en la industria de la construcción en ciudades como: Chilpancingo, Acapulco, Zihuatanejo, Cuernavaca o la Ciudad de México, a menudo sin regresar o por periodos prolongados de los 3 a los 6 meses.
Existen programas públicos destinados para las mujeres en el campo mexicano como el Fondo de Microfinanciamiento a Mujeres Rurales (Fommur); en SRA, Programa de la Mujer del Sector Agrario (Promusag) y en la CDI, el programa de Organización Productiva para Mujeres Indígenas (POPMI);
Estos programas no consideran la tenencia de la tierra y las mujeres enfrentan la inseguridad de la temporalidad de los programas y de su permanencia en el terreno en donde los ejercen, que pertenece a la familia de sus maridos o a la propia en el mejor de los casos, sin tener la certeza del tiempo que va a durar la concesión del mismo.
Un análisis general de los programas encaminados a empoderar a las mujeres en las actividades productivas, muestra que tan solo en 2007, el Gobierno Federal destinó a través de sus Delegaciones Estatales: 87.2% de la SECON; SRA, 74.5%; FONHAPO, 54.3%; SECTUR, 51.9%; SEDESOL, 51.6%; DICONSA, 51.4% y CDI, 50.6%. Sin embargo la falta de seguimiento y Políticas Públicas en materia de equidad para el campo mexicano, ha permitido que muchos de estos recursos en proyectos productivos fracasen debido a diversos factores.
Las zonas rurales están asociadas con los conceptos de “cultura, tradición e identidad”, según algunos autores se consideran como realidades positivas, incluso fundamentales (Arocena, 2003). La feminización del campo mexicano (Robles, 2008), se ha dado en lo que conocemos como propiedad social (ejidos y comunidades) así como en la propiedad privada. Este fenómeno de feminización se debe, en parte, a la migración varonil, pero también al reconocimiento de que la mujer es un seguro depositario del patrimonio familiar, atributo de gran transcendencia para garantizar en el futuro la seguridad de la familia.
Las mujeres en la historia de Mochitlán
Las mujeres de Guerrero y en Mochitlán nunca han tenido un papel menor en los procesos sociales de configuración comunitaria, política y de desarrollo. Personajes como Juana Castro Vázquez, que durante el movimiento campesino de 1911, participó al lado del Gral. Cenobio Mendoza en las filas del Ejército Libertador del Sur, llevó a cabo grandes victorias para las huestes campesinas que le valieron para ganarse el grado de Teniente Coronel de manos del Gral. Álvaro Obregón en 1921; otra más es Luciana Jiménez, que organizó a las mujeres de los rancheros acomodados y de sus peones para garantizar el abasto de alimentos para sus maridos atrincherados en la sierra de Mochitlán durante la asonada de 1901, primer levantamiento armado del siglo XX que se pronunció en contra del presidente Porfirio Díaz y logró que el movimiento armado pudiera permanecer 8 meses gracias al abasto de alimento.
Secundina Mendoza, fue otra mujer que protagonizó una de las gestas más emblemáticas de la lucha campesina en Mochitlán, fue hermana del Gral. Cenobio Mendoza. Según la historia oral se platica que cuando el Capitán Bernardino Chupín del 3° Batallón subió al Duraznal donde tenían su hogar la familia Mendoza Pérez, encontraron a su madre de ellos sola cuidando la humilde casa y los pocos animales de granja que tenían, la violaron y quemaron todo el lugar, se cuenta que Secundina llegó con un puñado de hombres armados y se desarrolló una carnicería. Al capitán persiguió por varios kilómetros a caballo, entre piedras y laderas, se tiraron de balazos hasta que no hubo parque, se enfrentaron cuerpo a cuerpo y al final del combate, antes del ocaso por fin las heridas y el cansancio del capitán fueron dominados por la ira y el valor de Secundina, al final con la púa de la penca de maguey le corta la garganta y lo castra (Sánchez, 2008).
Los 6 ejes del proyecto productivo y sus inicios.
No es entonces de extrañar que un grupo de 39 ejidatarias hayan pugnado por revitalizar la actividad mezcalera del ejido ante el planteamiento de generar un proyecto productivo que gira en 6 ejes: Fortalecimiento de la cadena productiva del mezcal y recuperación de los saberes ancestrales; Aprovechamiento sustentable de los residuos sólidos del agave; Rescate de la gastronomía local y la soberanía alimentaria; Revitalizar los entornos rurales a través de la Agroecología; Manejo del agave silvestre y flora nativa y la generación de fuentes de empleo directos.
El grupo productivo de mezcal “Ejido de Mochitlán” inicia en 1992 con 40 socios. En el marco de la promulgación de la Ley Federal de Competencia Económica LCE y la conmemoración de los 500 años de conquista española.
El 3 de febrero de 2002, se llevó a cabo la delimitación y destino de las tierras parceladas, tierras de uso común y del asentamiento humano, así como del reconocimiento de derechos ejidales, contando con la presencia de la representación de la Procuraduría Agraria, así como con la presencia del Notario Número 1 del Distrito Judicial de Bravo. A partir de esta fecha, se delimitaron tierras que no habían sido regularizados desde la dotación del ejido en 1929, así como el reconocimiento de derechos ejidales y actualización de beneficiarios.
El núcleo Agrario quedó conformado por 37 mujeres (27.8%) y 96 hombres (72%), haciendo un total de 133 ejidatarios y ejidatarias. Sin embargo, de esta fecha hasta el año 2015, momento en que se inicia el Proyecto de Intervención Académica “Propuesta de Desarrollo Local y Sustentable para productores de Agave del Ejido de Mochitlán en Guerrero”, impulsado por la UCDR- UAGro; se presenta un fenómeno en la tenencia de la tierra, por ende en las propias actividades agrícolas en el interior del núcleo agrario, particularmente en la producción del mezcal.
El 67.8% del ejido de Mochitlán está en manos de las mujeres, la fabricación de mezcal está siendo administrado por un grupo productivo de 39 socias en su palenque comunitario denominado “Taberna del Rincón de la Vieja”, su mezcal producido está siendo comercializado localmente. Con el trabajo de intervención académico promovido por el CONACyT a través de la UCDR- UAGro, se pretende mejorar sus procesos de producción, certificar el producto y proveer de los conocimientos y gestión de financiamientos para la auto gestión de recursos públicos y así mediante una estrategia de transversalidad institucional canalizar planes y proyectos estratégicos que impacten en las familias de cada una de las productoras de esta ancestral bebida y la defensa del patrimonio que por años ha costado sangre y vidas.
Taberna del Rincón de la Vieja
Actualmente, el 67.8% del ejido de Mochitlán está en manos de las mujeres, la fabricación de mezcal está siendo administrado por un grupo productivo de 39 socias en su palenque comunitario denominado “Taberna del Rincón de la Vieja”, su mezcal producido está siendo comercializado localmente. La producción de mezcal ha menguado al paso de los años, ya que en un principio (1992), recibieron un apoyo económico por parte del Gobierno del Estado para la adquisición de dos alambiques de cobre y 10 tinas de madera más equipo menor. Había entonces 8 grupos de 5 integrantes quienes trabajaban durante 25 días (hornada) para producir 5 tinas y obtener 250 litros de mezcal, lo que representaba 2,000 litros por temporada de producción (febrero- agosto).
Con el paso del tiempo, la población activa fue reduciendo, la infraestructura productiva fue quedando obsoleta o no se le dio el mantenimiento adecuado y por tanto la producción de mezcal disminuyó hasta llegar al punto crítico donde las mujeres ejidatarias visualizaron que los grupos de trabajo habían disminuido debido a la pérdida acelerada de la población varonil que era la que se encargaba de los trabajos de producción de mezcal. Entonces sucedió el momento clave donde acordaron no dejar la actividad mezcalera y contratar a los pocos maestros taberneros y que ellos se encargaran de trabajar durante el ciclo de producción para después repartir las utilidades entre los socios donde ya se reflejaba la mayoría de mujeres ejidatarias.
La propuesta de intervención CONACyT- UCDR pretende fortalecer el proceso de producción y eficientar el manejo de los recursos naturales para un aprovechamiento sustentable que no comprometa la capacidad de resiliencia. El ejido de Mochitlán está configurado en su mayor parte de selva baja caducifolia, el recurso forestal está en extensiones serranas, con una fracción de vegetales no maderables (agave) y la otra con bosques de especies maderables; la especie más explotada es el pino sobre todo en el sur del municipio.
[1] Becario CONACyT en el posgrado Gestión para el Desarrollo Sustentable. UCDR- UAGro. Correo: topile@icloud.com
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